Aumenta la tensión entre los balleneros japoneses y los ecologistas australianos que acusan a los pescadores de retener contra su voluntad a dos militantes en la Antártida, lo que provocó la intervención de las autoridades de ambos países.
Balleneros japoneses realizan desde diciembre una faena destinada a cazar a unos mil rorcuales aliblancos o Minke (Balaenoptera acutorostrata) en la Antártida. Greenpeace y el movimiento de protección de la naturaleza australiano Sea Sheperd enviaron barcos al lugar para impedirles actuar.
El martes, dos militantes de Sea Sheperd abordaron uno de los balleneros. Una vez a bordo del navío, entregaron a los japoneses una orden del tribunal federal de Sidney que prohibía a Japón cazar ballenas en las aguas denominadas "santuario" de la Antártida.
Según Paul Watson, dirigente de Sea Sheperd, el Instituto japonés de Investigación sobre los Cetáceos advirtió de que "los rehenes sólo serán liberados" si su movimiento acepta "no perturbar la caza de ballenas".
El gobierno australiano pidió a las autoridades japonesas que faciliten la liberación de los dos ecologistas.
Tokio desmintió esta versión de los hechos y afirmó que el ballenero japonés "había enviado mensajes" al navío de Sea Sheperd para intentar entregar a los dos hombres, pero que el grupo ecologista "no respondió", de acuerdo con el gobierno japonés.
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